jueves, 17 de marzo de 2016

Duelo en atención primaria. duelo por la muerte de un hijo.

Artículo sobre el manejo del duelo en atención primaria. 

Sesión: Dra.  Isabel Romero, Consultorio Larva.


DUELO EN LOS PADRES: 

La muerte de un hijo es considerada en todas las culturas como algo antinatural, la inversión del ciclo biológico normal. Suele acompañarse de sentimientos de culpa paterno (por no haber sabido cuidar suficientemente bien al hijo) y de sentimientos de desesperanza (al destruirse las ilusiones puestas en la siguiente generación). Por esta razón, el duelo puede perdurar toda la vida. En los casos en que el duelo es anticipado, los padres suelen colmar a los hijos de todo aquello que pueden desear sobreprotegiéndole y obsequiándole hasta el límite. El estrés que provoca la muerte de un hijo es tan intenso que provoca el divorcio en más del 50% de los casos, sobre todo si había conflictos previos entre los cónyuges. Uno de los padres suele culpar al otro de la muerte del hijo alegando causas genéticas o falta de cuidado.

EL CONCEPTO DE DUELO

El duelo se refiere al conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la pérdida de una persona con la que el sujeto estaba vinculado afectivamente.

Existen a su vez una serie de conceptos relacionados que son:

  Luto (mourning en inglés) que representa el proceso mediante el que se resuelve el duelo. En realidad, es un proceso psicológico pero, tradicionalmente, en la mayor parte de las culturas, se ha asociado a signos externos (por ejemplo, en occidente, ropa de color negro) que los familiares mostraban durante el tiempo que se suponía que se encontraban inmersos en este proceso. Por ello, representa los aspectos sociales y antropológicos del duelo
  Sentimiento de pérdida (bereavement en inglés) que es la situación afectiva predominante en las situaciones de duelo.
  Elaboración del duelo: Serie de procesos psicológicos que conducen a aceptar la nueva realidad del sujeto.

COMPONENTES DEL PROCESO DE DUELO.



1. SHOCK: Aparece en los momentos iniciales, y su duración es mayor cuando el suceso es imprevisto. Se asocia a apatía y sensación de estar fuera de la realidad.
2. DESORGANIZACIÓN: Ocurre también al principio. Se acompaña de desesperación y absoluta desestructuración del funcionamiento del individuo en cualquiera de los ámbitos vitales. 3. NEGACIÓN: Es una forma frecuente de reacción ante sucesos inesperados. El individuo espera la llegada o la llamada de la persona desaparecida y actúa como si nada ocurriese.
 4. DEPRESIÓN: Representa la progresión a una fase adaptativa más realista. Confirma que el proceso del duelo se está llevando a cabo de forma adecuada.
5. CULPA: Consiste en pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relación a lo que se podría haber hecho para evitar el suceso. También son más frecuentes si no se ha podido despedir del fallecido y si las relaciones con él no eran buenas
 6. ANSIEDAD: Surge ante el miedo, generalmente realista, de los cambios que ocurrirán en la vida del paciente después del suceso (ej. soledad, dificultades económicas, etc.). Es el miedo a tener que sobrevivir sin la persona fallecida porque satisfacía una serie de necesidades.
7. IRA: Puede ir dirigida hacia familiares o amigos que no han “ayudado” durante el suceso o hacia personas que todavía disfrutan de lo que el paciente ha perdido (ej.: otras personas que conservan sus cónyuges o sus hijos). También es habitual que la ira se dirija hacia el personal sanitario (reacción frecuente en plantas oncológicas y en urgencias) o incluso hacia el fallecido por haber abandonado a los supervivientes.
 8. RESOLUCIÓN Y ACEPTACIÓN: Ocurre cuando el paciente ha podido adaptarse a la pérdida de la persona y asumir las modificaciones que producirá este suceso en su vida. No siempre se alcanza esta fase.


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